Entradas

Mostrando entradas de enero, 2019

Mi mamá compró el perfume que usaba cuando era adolescente

Mi mamá compró el perfume que usaba cuando era adolescente y creía que luchar por lo justo tenía que ver con que todxs tengamos las mismas oportunidades, y, sobre todo, que eso no tenía ningún tipo de represalia; que sólo podíamos ganar. Y que la línea era bien nítida, sin contradicciones.  Mi mamá compró el perfume que usaba cuando era adolescente y justo leí una publicación de una piba que perdió a su amiga para siempre. Estoy enojada y triste. Pero más enojada. Porque no nos contaron, no nos prepararon, no nos cuidaron.  Mi mamá compró el perfume que usaba cuando era adolescente y lloré. Porque no soy más esa. Porque mis amigas de la infancia se desdibujan y es como si las observara a través de una ventana que soportó un aguacero y sólo le queda dejarse recorrer por gotas que terminan siempre en el mismo lugar, abajo, juntas. Pero yo no soy una de esas gotas y ya no sé cómo hacer para seguir la corriente. Ya no me sale.  Mi mamá compró el perfume que usaba cuando era adolescente

don't talk to me. I'm crying

Son las 9.33 am. No dormí. Tengo abiertas 10 pestañas, que incluyen Netflix, papers sobre fibrosis quística y el método de Marie Kondo para ordenar. Nunca es demasiado temprano para acordarme de mis amigxs, ni para imaginar respuestas impresionantes que hubiesen dejado a mi interlocutor sin palabras.

La chica más guapa de la ciudad, Charles Bukowski

Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía. Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando

La poesía es

La poesía es encontrarnos en un abrazo. La poesía es reconocer el olor de tu shampoo preferido. La poesía es bañarte y acostarte en sábanas limpias y perfumadas. La poesía es que alguien confíe en vos y tenga en cuenta tu criterio. La poesía es levantarte a las 12. La poesía es comer comida de mamá. La poesía es escuchar tu canción favorita. La poesía es el perfume en el cuello de la persona que te gusta. La poesía son las pibas. La poesía es un chiste interno. La poesía es una sonrisa de ojos chinitos una madrugada. La poesía es leer libros que te gusten. La poesía es ver volar una bandada de pájaros haciendo una coreografía. La poesía es que una nena te diga que cuando sea grande quiere ser como vos. La poesía también es llorar hasta quedarte sin lágrimas. La poesía es ranchar con amigxs. La poesía es discutir diferentes puntos de vista. La poesía es mirar a una persona leer algo que le guste mucho. La poesía es reconocer la emoción de alguien describiendo algo que
Quizá algún día aprendan a hablar si y sólo si conocen la causa. Quizá aprendan a hacerlo con fundamentos. Quizá, también, algún día sean conscientes de lo todo esto implica. A lo mejor aprenden a que miles de veces es preferible el silencio, si no se va a decir nada productivo. Espero sepan que todos tenemos derecho a estar enojados, pero no a ser crueles. Confío en que aprendan que las palabras que duelen, nunca, pero nunca se olvidan. Quizás no les interese. O quizás no lo sepan nunca.

Volviendo

Será que siempre, un poco por causalidad, termino volviendo todos los eneros. Siempre me inundan las mismas sensaciones; primero (obviamente) una profunda vergüenza. Vergüenza, sí. Incluso antes que la nostalgia. Esa reacción, tan primitiva en mí, no me sorprende en lo más mínimo, porque es la expresión objetivable de todos los fantasmas con los que aprendí a convivir. Bueno, aprendí es estirar al máximo la verdad. Intentar hacerlo es más apropiado.  Siempre repito la misma rutina. Leo todo de un tirón y experimento un bochorno tremendo. Pienso en borrarlo y empezar desde cero, algo que, en primera instancia, es incluso gracioso. Nunca termino haciéndolo, porque soy bastante cobarde y un poco pretenciosa, o demasiado arrogante, o incluso poco sincera conmigo misma, porque, ¿en realidad me avergüenza? Es enero, está lloviendo y otra vez amaneció sin que haya dormido, rutina que se repite desde que me acuerdo. Estoy en mi cuarto de adolescente rodeada de cosas que le pertenecen a una