Las almas repudian todo encierro.

Me gustaría que bastara un abrazo para alejar cualquier tipo de sufrimiento de la gente que amo. Una canción, quizás. Me gustaría que la música tenga ese poder sanador que tiene conmigo, con ellos también. Sería capaz de ahorrarles todos los males del mundo, lo juro.  Pero como me es imposible hacer eso, los acompaño. Soy capaz de cambiar todos mis planes, dejo todo y me voy corriendo, porque me necesitan. Porque ellos son mi sostén, y por ende, yo el de ellos.  Pero bueno, yo nunca estoy donde quiero estar. Tengo un don para tomar decisiones malas. Inoportunas. A veces soy el peor ser. En este momento debería estar a kilómetros de acá. "Reordená tus prioridades, Florencia, y dejá de ser tan pelotuda". Necesitaría tener un gnomo en el hombro, o un umpa lumpa (siempre les tuve afecto) que me grite cosas como esas al oído, siempre. O el superpoder de teletransportarme. O una escalera mecánica larguísima que me lleve a mi Indart siempre que me necesiten, o que yo necesite re

Tal vez el amor fuera el enriquecimiento más alto, un dador de ser; pero sólo  malográndolo se podía evitar su efecto boomerang, dejarlo correr al olvido y sostenerse, otra vez solo, en ese nuevo peldaño de realidad abierta y porosa.

En mi cabeza, le doy colores a los días. Este lunes, por ejemplo, entra en los días grises. No necesariamente por sus nubes, comparte lugar en la lista con hermosos (para algunos, no hay nada más subjetivo que la belleza) días soleados, o noches increíblemente estrelladas, pero innegablemente grises.  Lazos invisibles se crean entre los días y mis estados de ánimo. Hoy yo también soy gris. Yo también estoy nublada. Yo también ando con ganas de llover. 

Me parece inverosímil que me pidan describirme. ¡Cómo si pudiera plasmar en un montón de palabras todo lo que represento, todo lo que soy! Soy infinita. Todos somos infinitos.  A veces lo intento, y creo que hago un papel bastante digno. De todos modos me encuentro con muchas cuestiones. Puedo enumerar todo lo que no soy en una milésima de segundo, en cualquier momento. Puedo, (de hecho lo hice en un momento de bloqueo mental) hacer una lista de todo lo que odio, y estar conforme con ella. No es así con todo lo que amo. Tengo en claro los pilares de esa lista, obviamente, pero no podría darle un cierre. A mis odios tampoco, pero es diferente. Siempre puedo agregar uno más, ¿no?, pero sé que ninguno va a salir, a perder su lugar. El problemita está en lo otro.. To beef or not to beef.

"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque la aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto". 

¿Cómo se hace cuando estás en casa pero no te sentís en casa? Siento que me asfixio -que me asfixian-. Lo que más me atrae de las relaciones humanas es la capacidad de discernir. De confrontar. Y al mismo tiempo de entenderse. En definitiva, tener la capacidad de reconocer al otro como alguien capaz de pensar, actuar, decir, cosas diferentes. Aprender a vivir con esas diferencias es lo que más me atrapa. Tener la capacidad de aceptar y no buscar convencer ni cambiar la otra postura es lo que anhelo. A veces lo logro y sonrío por dentro, para mí misma. Pero otras veces me encuentro ante situaciones forzadas, tan vomitivamente montadas, que me frustro. No puedo vivir con la idea de forzar algo. Debe ser una de las tantas pruebas que tenemos que superar, seguramente para recordarnos lo indispensable que es poner las cosas en una balanza, siempre. Las personas no reaccionan como nosotros estamos buscando. Gracias a dios es así, sino sólo estaríamos creando seres a nuestro antojo, man

"Todas soñamos con salir de la ducha con el pelo impecable",  Ojalá mis sueños fueran tan terrenales (gracias a dios no lo son).

“El mundo es eso … Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.” 

No hay amor más mentiroso que el que exige limitaciones expansivas. La mentira más grande del mundo: el egoísmo. Si te amo deseo que crezcas.

Es probable que a raíz de los acontecimientos recientes todo el mundo cuente las historia de la nena que quería ser princesa, casarse con un príncipe azul y comer perdices para siempre. No todas queríamos ser princesas. Yo quería ser bióloga marina. Doctora. Quizá desde chiquita sabía que los cuentos de hadas, por más lindos y perfectos que fueran, eran justamente eso, cuentos. Evidentemente también intuía que el príncipe azul destiñe, y que nada es para siempre. Que la felicidad es un momento, quizá muchos momentos, pero no siempre. También sabía que no iba a ser feliz en un sólo lugar, encerrada, censurada, reprimida. Y me encuentro, hoy, gratamente sorprendida. Porque no cambió nada. Soy la misma nena que en vez de usar vestidos largos y zapatitos con plumas, prefería cuidar a los animales y tomarle la fiebre miles de veces a su abuelo. 

- Salí a conocer gente porque nadie te va a venir a tocar el timbre. - OK.

Nos resignamos al momento único y feliz. Preferimos perderlo, dejarlo transcurrir sin siquiera hacer el razonable intento de asirlo. Preferimos perderlo todo, antes que admitir que se trata de la única posibilidad y que esa posibilidad es solo un minuto y no una larga, impecable existencia.

No es cierto que el amor todo lo puede. No es cierto que el que ama no puede engañar. No es cierto que a la relación amorosa no haya que ponerle condiciones. No es cierto que el amor y el deseo vayan siempre de la mano. Pero decir que todo esto no es cierto no implica que sea imposible

¿Cómo no me iba a terminar gustando si siempre supo cómo hacerme sonreír?

Como si se pudiere elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

-No entiendo. Me habías dicho: “No nos vamos a ver más. Somos libres”. Yo me quedé muda mirándote la espalda y te perdiste en la esquina de la estación. ¿Qué esperabas? ¿Que te corriera atrás? ¿Que te llamara a gritos? ¿Para qué quería yo esa libertad que me regalabas? ¿Para qué la quería?

Y llega un momento en el que decimos: ¡Basta para mí!, cantamos game over, nos vamos al maso. Dicen que cada persona que entra en tu vida tiene una misión, que de todas las experiencias se aprende algo. Y ahí vamos con la famosa frase: “para ver el arco iris es necesario que llueva un poco”, entonces, ¿para conocer amistades verdaderas debemos primero ser traicionados?, ¿para enamorarnos de alguien bueno para nosotros debemos antes haber pasado por relaciones nefastas?, ¿para ser felices es explícitamente necesario haberse roto, hacer sufrido?. Y como estas se me ocurren miles de analogías. Siguiendo en esta línea, entonces, para renacer, para reinventarse, debe ser necesario tocar fondo. ¡Que cerca que estoy del fondo últimamente!

¿Es el amor un arte? En cuyo caso requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno "tropieza" si tiene suerte?

Él organiza, yo desordeno. Él lo vive, yo lo leo. Él se suelta, yo me escondo. Él no necesita nada, yo necesito todo. Él sabe exacto lo que quiere, yo no se lo que quiero. Él dice lo que piensa, yo lo escribo. Él quiere superarse, yo no sé como hacerlo. Él solo tiene un refugio. yo tengo demasiados. Él cree en el amor y yo..................... también.

Una de las grandes verdades que descubrí en el transcurso de mi corta y joven vida es que " no hay nada peor que los vínculos forzados" . Me lo repito hasta el hartazgo, siempre. Creo profundamente que es una verdad a gritos. Pero me veo obligada a forzar relaciones todo el tiempo. Y me enferma. Me desespera. Me indigna. Odio saber que no tengo otra alternativa, o sí. Pero no estoy dispuesta a pagar ese precio. No quiero que se malinterprete, no es miedo. O sí, pero en un modo diferente. Pánico a que mis decisiones desencadenen cosas más difíciles  Pérdidas. Y no, justamente, una pérdida minúscula, insignificante, necesaria, como sería si un día me levanto decidida a dejar de forzar las cosas. Me siento hipócrita. No estoy hecha para fingir nada. 

Nada, eso.