Yo nunca estoy donde quiero estar.
Me gustaría que bastara un abrazo para alejar cualquier tipo de sufrimiento de la gente que amo. Una canción, quizás. Me gustaría que la música tenga ese poder sanador que tiene conmigo, con ellos también. Sería capaz de ahorrarles todos los males del mundo, lo juro. Pero como me es imposible hacer eso, los acompaño. Soy capaz de cambiar todos mis planes, dejo todo y me voy corriendo, porque me necesitan. Porque ellos son mi sostén, y por ende, yo el de ellos. Pero bueno, yo nunca estoy donde quiero estar. Tengo un don para tomar decisiones malas. Inoportunas. A veces soy el peor ser. En este momento debería estar a kilómetros de acá. "Reordená tus prioridades, Florencia, y dejá de ser tan pelotuda". Necesitaría tener un gnomo en el hombro, o un umpa lumpa (siempre les tuve afecto) que me grite cosas como esas al oído, siempre. O el superpoder de teletransportarme. O una escalera mecánica larguísima que me lleve a mi Indart siempre que me necesiten, o que yo necesite re