El pensadero de Dumbledore: cuerpo
Quizás hoy sí necesito que sepas lo que es importante, ¿cómo establecerlo? Lo que te conmueve. Eso que te conmueve te da forma. Esa forma con la que no te amigas. Hoy sí tenés que mirarte con otros ojos o con los mismos, pero con amor.
Amor. Lo que te perturba es no emanar belleza. Esa belleza que te contaron y leíste en los libros. Te perturba no encontrarla en lo que vos crees que sos.
No te gustan ni tus manos porque son grandes y gruesas. Las uñas sí, delgadas y delicadas y eso termina dándote más bronca.
Tus ojos marrones que no deslumbraron a nadie. Siempre me acuerdo que escuché que son feos. Pero también escuché que te reís con los ojos y eso es lindo.
¿Qué es lo "lindo"? Seguramente no que la piel sobre por todos lados. Flácida. Cuelga. Surcada de líneas que juntas escriben todo lo que odias de vos.
La boca roja te hace sentir libre y valiente. El labio superior sobresale y no te molesta, nunca supe bien por qué.
Tu cabello. Qué alivio fue amigarte con él. Cuánto dolía ese pelo tirante. Cuánto mejor los rulos al viento ¿Por qué también me tocaron los rulos?, te escuché preguntar más de una vez.
La espalda grande pero llena de lunares. Siempre te gustaron los lunares y las pecas. Un guiño del destino tener tantas, una especie de truco para no odiarte con todo mi ser.
Pecho. Respirar hondo. No poder. No me gusta que lo que resaltes de mí sea eso. Tetas de gorda, escuché una vez.
Estrías. La primera vez que las viste tenías doce años y hacía un par de meses que desayunabas queso y mermelada light porque ibas a la nutricionista. Pero entrabas en ese short.
¿A dónde me llevan mis pies? A dónde siento, en ese momento, que quiero estar. Si hay algo que tengo que reconocerte es eso: la capacidad de no poder fingir nada y las ganas de transformar.
Amor. Lo que te perturba es no emanar belleza. Esa belleza que te contaron y leíste en los libros. Te perturba no encontrarla en lo que vos crees que sos.
No te gustan ni tus manos porque son grandes y gruesas. Las uñas sí, delgadas y delicadas y eso termina dándote más bronca.
Tus ojos marrones que no deslumbraron a nadie. Siempre me acuerdo que escuché que son feos. Pero también escuché que te reís con los ojos y eso es lindo.
¿Qué es lo "lindo"? Seguramente no que la piel sobre por todos lados. Flácida. Cuelga. Surcada de líneas que juntas escriben todo lo que odias de vos.
La boca roja te hace sentir libre y valiente. El labio superior sobresale y no te molesta, nunca supe bien por qué.
Tu cabello. Qué alivio fue amigarte con él. Cuánto dolía ese pelo tirante. Cuánto mejor los rulos al viento ¿Por qué también me tocaron los rulos?, te escuché preguntar más de una vez.
La espalda grande pero llena de lunares. Siempre te gustaron los lunares y las pecas. Un guiño del destino tener tantas, una especie de truco para no odiarte con todo mi ser.
Pecho. Respirar hondo. No poder. No me gusta que lo que resaltes de mí sea eso. Tetas de gorda, escuché una vez.
Estrías. La primera vez que las viste tenías doce años y hacía un par de meses que desayunabas queso y mermelada light porque ibas a la nutricionista. Pero entrabas en ese short.
¿A dónde me llevan mis pies? A dónde siento, en ese momento, que quiero estar. Si hay algo que tengo que reconocerte es eso: la capacidad de no poder fingir nada y las ganas de transformar.
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Suele pasarme.
Nada que ver.
Adoré.