.

¿Cómo se hace cuando estás en casa pero no te sentís en casa?
Siento que me asfixio -que me asfixian-. Lo que más me atrae de las relaciones humanas es la capacidad de discernir. De confrontar. Y al mismo tiempo de entenderse. En definitiva, tener la capacidad de reconocer al otro como alguien capaz de pensar, actuar, decir, cosas diferentes. Aprender a vivir con esas diferencias es lo que más me atrapa. Tener la capacidad de aceptar y no buscar convencer ni cambiar la otra postura es lo que anhelo. A veces lo logro y sonrío por dentro, para mí misma.
Pero otras veces me encuentro ante situaciones forzadas, tan vomitivamente montadas, que me frustro. No puedo vivir con la idea de forzar algo.
Debe ser una de las tantas pruebas que tenemos que superar, seguramente para recordarnos lo indispensable que es poner las cosas en una balanza, siempre. Las personas no reaccionan como nosotros estamos buscando. Gracias a dios es así, sino sólo estaríamos creando seres a nuestro antojo, manipulados por nosotros, semejantes a nosotros. (Acá hago un paréntesis. Me violenta la expresión: gracias a dios. Es gracias a nosotros, siempre es gracias a nuestro esfuerzo. Me parece hipócrita adjudicarle a un ser superior nuestras derrotas; y mucho menos nuestros triunfos. De todos modos sigo sin encontrar una frase que abarque todo lo que ésta significa. Seguiremos en su búsqueda).
Entonces, me encuentro ante una encrucijada...
Es un auto-boicoteo constante. ¿Cómo te puede hacer mal algo que te llena?, ¿cómo puede exasperarte algo que te da paz?, ¿cómo, incluso, puede generarte brotes de profundo desprecio? Básicamente son esas las preguntas que dan vueltas y vueltas en mi cabeza últimamente. Contradictorias, aunque eso es lo que menos me sorprende, siempre fue así. Tampoco sé bien cómo plantearlo, lo que convierte esta entrada en un absurdo. Supongo que es una manera de sacarme la mierda de adentro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ahora sé que existen otros modos de habitar la distancia

Ser o no ser >

Todos somos mortales hasta el primer beso y la segunda copa de vino.